“Siempre es más fácil ocultar que afrontar, pero no es sano…. si no se habla de ello, la experiencia se vuelve más dolorosa y más confusa, pues no hay manera de encontrarle un sentido”. (El duelo en los niños Isa Fonnegra de Jaramillo, pág. 127 )
Como padres siempre pensamos que es mejor que los hijos no se enteren de las dificultades por las que pasa la familia. No importa la edad que los hijos tengan de todas maneras se dan cuenta de que algo esta pasando. Los adultos tratamos de hablar esos temas delicados en momentos en que ellos no estén presentes; pero de todas maneras los niños son termómetros de lo que pasa en casa y ellos reciben mucha información incompleta que sólo los confunde. Observan como cambia el temperamento de los papás, los sienten tristes, bravos o angustiados. Escuchan decir que hay "crisis", notan la preocupación y perciben el tono fuerte, duro y serio con el que se hablan sus padres.
Ellos no necesitan saber todo, ni que se les den grandes explicaciones, pero si la verdad sencilla y que se les tenga en cuenta, esto les dará siempre la sensación de que sus papás tienen el control, buscarán soluciones y que ellos no son culpables de lo que esta pasando.
Lo más importante es que al compartir con ellos lo que sentimos, lo que no nos gusta, aprenden también formas de relacionarse y de resolver diferentes situaciones.
Cuando la familia pasa por una situación difícil (perdida de la mascota, cambio a otra ciudad, perdida del trabajo, separación de los padres, enfermedad), es importante hacer un cierre o un duelo que les permita a los niños despedirse de sus amigos o de su mascota, para poder expresar sus sentimientos y entender los cambios que están viviendo.
MYRIAM SUAREZ/ADRIANA MORENO
Psicólogas - Asesoría en desarrollo infantil y pautas de crianza.
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