La manera como asumimos las situaciones dificiles; la enfermedad, la tristeza, el duelo, los conflictos familiares, las rutinas de nuestros hijos (hacer tareas) y/o las dificultades que se dan en la escolaridad, les enseña como abordarlas.
Cuando nuestros hijos llegan tristes del colegio porque han peleado con su amigo y nosotros reaccionamos de manera impulsiva y conmocionados, el problema que él tenía se convierte en algo mucho más grave, le estamos enseñando que las dificultades pueden ser peores de lo que él se imagina.
Si primero investigamos cómo y porque ocurrió el incidente, qué le podrá estar pasando a su amigo y qué podrá él hacer para arreglar la dificultad que esta teniendo y qué podría nuestro hijo haber hecho distinto, le estaremos enseñando a asimilar y buscar la solución al conflicto.
Cuando el niño esta haciendo un proceso de adaptación a una clase extracurricular y empieza a decir que ya no quiere asistir, ya que empieza a realizar ejercicios que se le dificultan o le dan miedo, si nuestra reacción inmediata es decirle que mejor lo retiramos de la clase, nunca podremos saber si nuestra actitud hubiese sido distinta, de entusiasmarlo, de darle tiempo para que aprendiera el nuevo reto, él podría haber superado la dificultad y lo estaremos acostumbrado que puede retirarse cuando algo no le gusta, sin darse la oportunidad de intentarlo.
La familia se convierte en un laboratorio emocional en el que los niños aprenden a manejar la frustración e imitan la forma como sus padres resuelven las dificultades y retos cotidianos de la vida. Si peleamos, lloramos, gritamos, nos quejamos, eso es lo que ellos repiten. Si aprendemos y vemos lo divertido que puede ser ese nuevo aprendizaje, ellos nos imitarán y podrán resolver las dificultades que se les presentan con una mejor actitud.
Myriam Suárez
Asesoría en pautas de crianza
Cel 3104865141
